Deuda de IA: 5 billones de dólares que amenazan la estabilidad financiera global en 2025
El endeudamiento de IA en 2025 eclipsa la burbuja puntocom: 125 mil millones de dólares en financiación y crecientes alertas de Moody's y Bank of England sobre riesgos sistémicos.
A medida que la inteligencia artificial transforma los mercados globales, los centros de datos necesarios para impulsar esta tecnología están siendo financiados cada vez más con deuda en niveles sin precedentes, generando alertas entre reguladores financieros y analistas sobre los riesgos sistémicos que esto podría desencadenar. Esta acumulación de pasivos representa una apuesta colosal que, aunque promete grandes avances, también expone a la economía global a vulnerabilidades inéditas.
El cambio estructural en el financiamiento de la IA
El panorama del financiamiento de infraestructura de IA ha experimentado una transformación dramática en los últimos meses. Los acuerdos de financiación para centros de datos y proyectos de IA se dispararon hasta los 125 mil millones de dólares en lo que va de 2025, una cifra que contrasta abruptamente con los apenas 15 mil millones del mismo período en 2024, según datos de UBS. Esta aceleración representa un aumento de más de 800% en un solo año, reflejando la prisa de las grandes tecnológicas por asegurar capacidad computacional.
A nivel mundial, las proyecciones son aún más impactantes. Morgan Stanley estima que se destinarán aproximadamente 3 billones de dólares entre ahora y 2029 a la construcción de centros de datos que respalden la inteligencia artificial, con casi la mitad dedicada a equipamiento de hardware. El Banco de Inglaterra, por su parte, calcula inversiones de 5 billones de dólares en infraestructura de IA en los próximos cinco años, con la particularidad alarmante de que aproximadamente la mitad de ese gasto será financiado mediante deuda externa.
Los números récord que preocupan a los reguladores
La escala del endeudamiento es particularmente inquietante cuando se examina en detalle. El sector tecnológico estadounidense ha emitido deuda por 211 mil millones de dólares en 2025, lo que representa un aumento del 115% respecto a 2024. Las grandes operaciones de financiación han sido espectaculares: Oracle emitió 18 mil millones de dólares en bonos, mientras que Meta colocó 30 mil millones en el mercado de deuda de grado de inversión.
Mark Zandi, economista jefe de Moody’s, ha emitido una advertencia directa: el endeudamiento de las empresas de inteligencia artificial en 2025 eclipsa los niveles vistos antes del estallido de la burbuja puntocom. A diferencia de la recesión de 2000, que afectó principalmente a los accionistas, Zandi subraya que el apalancamiento excesivo actual podría contagiar al sistema financiero general, transformando esta crisis potencial en un problema sistémico con consecuencias mucho más amplias.
El mercado de crédito privado como multiplicador de riesgo
Más allá de los bonos públicos, existe otra fuente de financiamiento creciente que amplifica la vulnerabilidad: el crédito privado. UBS estima que los préstamos de crédito privado destinados a proyectos de IA podrían haberse casi duplicado en los 12 meses hasta principios de 2025. Morgan Stanley proyecta que estos mercados de crédito privado podrían aportar más de la mitad de los 1,5 billones de dólares necesarios para la construcción de centros de datos hasta 2028.
Este cambio es significativo porque el crédito privado, otorgado por firmas de inversión en lugar de bancos regulados, opera con menor supervisión y transparencia. El gesto pone de relieve una realidad incómoda: el crédito público y privado se ha convertido en la fuente principal de financiación para las inversiones en IA, tal como lo señala Anton Dombrovskiy, especialista en carteras de renta fija en T. Rowe Price.
Las señales de alerta en los mercados
Los mercados financieros ya están mostrando síntomas de estrés. Los swaps de incumplimiento crediticio (CDS) de Oracle, un indicador de la probabilidad percibida de incumplimiento, han alcanzado mínimos de al menos cinco años. Más concretamente, el coste de asegurar la deuda de Oracle a cinco años se ha triplicado en los últimos meses, alcanzando niveles en torno a 1,11 puntos porcentuales anuales.
El Banco de Inglaterra, en su advertencia publicada la semana pasada, observó que el creciente papel de la deuda en el auge de la infraestructura de IA podría aumentar los riesgos potenciales para la estabilidad financiera si se produjera una corrección en las valoraciones. Esta preocupación no es académica: una corrección en los precios de acciones vinculadas a IA podría propagarse a los mercados de crédito globales, generando insolvencias corporativas, defaults, tensiones en préstamos válidos y un posible golpe a la economía real.
La evaluación crítica de los bonos vinculados a IA
En los mercados de bonos tradicionales, la recepción de nuevas emisiones vinculadas a IA ha sido cautelosa. El mercado de deuda de alto rendimiento (o “high yield”), donde los emisores tienen calificaciones crediticias más bajas, ha experimentado un récord en emisiones de bonos tecnológicos. Sin embargo, gestores de activos respetados expresan escepticismo sobre estos instrumentos.
Al Cattermole, gestor de cartera de renta fija en Mirabaud Asset Management, declaró que hasta que se vea que los centros de datos se entregan a tiempo y dentro del presupuesto, que proporcionan la capacidad de cálculo prevista, y que continúa existiendo demanda, sigue siendo un terreno no probado. Su conclusión es contundente: deberían estar compensados como inversiones en renta variable, no como deuda tradicional.
La incertidumbre sobre la demanda futura
Uno de los mayores riesgos asociados con esta inversión colosal es la incertidumbre radical sobre la demanda real de capacidad computacional. Las proyecciones para 2030 varían hasta un 80% según la fuente consultada, lo que eleva significativamente el riesgo de sobrecapacidad. Una crisis de sobrecapacidad tendría un efecto dominó: afectaría primero a los operadores de centros de datos, luego a todo el sector, con caída de ingresos, presión sobre márgenes y tensiones de caja.
Además, existe un cuello de botella infraestructural crítico. Cada mil millones de dólares invertidos en centros de datos de IA requieren 125 millones de dólares en infraestructura energética. En Estados Unidos, que concentra más de la mitad de la nueva capacidad global, los retrasos en la interconexión pueden superar los cinco años, y se estima que más de 750 mil millones de dólares en proyectos podrían demorarse hacia 2030 por estos cuellos de botella.
La apuesta histórica de las tecnológicas
Las grandes empresas tecnológicas defienden vigorosamente estos desembolsos masivos. Los directivos argumentan que son inversiones necesarias en una tecnología que transformará el trabajo y hará más eficientes a las empresas, aseverando que el mayor riesgo es invertir poco, no gastar demasiado. Para contextualizar la escala de este compromiso: una quinta parte del crecimiento del PIB estadounidense en el segundo trimestre de 2025 fue atribuible al auge de centros de datos dedicados a IA.
Sin embargo, esta concentración de inversión en pocas empresas y sectores plantea interrogantes. JP Morgan estima que las empresas vinculadas a la IA representan el 14% de su índice de grado de inversión, superando a los bancos estadounidenses como el sector dominante. Esta concentración aumenta el riesgo de efectos sistémicos si la narrativa de la IA se revierte o si emerge una realidad más matizada sobre los retornos de estas inversiones colosales.
El factor de la titulización: aprendiendo (o no) de 2008
Las perspectivas de nuevos productos titulizados añaden otra capa de complejidad al riesgo. Los valores respaldados por activos (ABS) también están siendo desarrollados para financiar el crecimiento de la industria de IA, agrupando activos como los alquileres pagados a propietarios de centros de datos por inquilinos de Big Tech.
Si bien la infraestructura digital representa solo el 5% del mercado estadounidense de ABS, esta categoría se ha expandido más de nueve veces en menos de cinco años, pudiendo sumar entre 50 y 60 mil millones de dólares en oferta para 2026. Este producto genera especial preocupación porque los ABS permanecen bajo una nube de sospecha desde la crisis de 2008, cuando productos por valor de miles de millones de dólares resultaron estar respaldados por préstamos fallidos y activos altamente ilíquidos.
El impacto global más allá de Estados Unidos
Aunque Estados Unidos concentra la inversión en centros de datos de IA, los efectos de cualquier corrección se sentirían globalmente. Si se concretara una crisis de deuda vinculada a IA, podría retraerse la inversión internacional en tecnología, ralentizando proyectos de adopción de IA, infraestructura y desarrollo digital en economías emergentes y desarrolladas. El acceso al capital para innovación y desarrollo tecnológico se vería comprometido, afectando la competitividad de empresas y gobiernos en todo el mundo.
Conclusión: Una apuesta colosal con riesgos inéditos
El auge de los centros de datos de IA representa una de las mayores apuestas financieras de la historia económica moderna. Mientras que los proponentes arguyen que estos centros son “los bienes raíces del mundo tecnológico” y que su materialidad los distingue de burbujas anteriores como la puntocom, la realidad es que el incremento en el gasto que los respalda no puede durar indefinidamente.
La convergencia de elementos críticos —financiamiento masivo basado en deuda, demanda incierta, cuellos de botella infraestructurales, sobrecapacidad proyectada y concentración en pocas empresas— crea un escenario donde los riesgos para la estabilidad financiera global no son especulativos, sino tangibles. Como advierte la autoridad monetaria británica, si se materializa la escala proyectada de inversiones en IA financiadas con deuda durante esta década, probablemente aumentarán de forma significativa los riesgos para la estabilidad financiera.
La pregunta fundamental que permanece sin respuesta es si los retornos reales de estas inversiones colosales justificarán el endeudamiento histórico que las respalda. Mientras se aguarda esa respuesta, los reguladores, inversores y economistas están actualizando sus radares de riesgos sistémicos. La era de crecimiento exponencial de la IA ya no depende únicamente del desarrollo tecnológico: ahora está íntimamente ligada a la salud del sistema financiero global.