La alianza bancaria por el clima respaldada por la ONU cierra tras la huida de Wall Street

Goldman Sachs, JPMorgan y gigantes bancarios abandonan masivamente la coalición climática. La mayor alianza verde del sector financiero colapsa definitivamente.

El sector financiero mundial ha sido testigo de uno de los mayores fracasos en materia de compromisos climáticos con el cierre definitivo de la Net-Zero Banking Alliance (NZBA) el pasado 2 de octubre de 2025. Esta coalición respaldada por las Naciones Unidas, que llegó a representar más del 40% de los activos bancarios globales, sucumbió ante la presión política estadounidense y la huida masiva de las principales entidades de Wall Street.

El colapso de la mayor alianza climática bancaria

La NZBA anunció oficialmente que cesará sus operaciones de inmediato tras una votación de sus miembros que decidió transformar la iniciativa de una alianza basada en membresía a un simple marco de referencia. Un portavoz del grupo confirmó que “como resultado de esta decisión, la NZBA cesará operaciones inmediatamente”.

La alianza, lanzada en 2021 bajo el paraguas de la Glasgow Financial Alliance for Net Zero (GFANZ), había logrado reunir a más de 140 bancos de 44 países que representaban aproximadamente 74 billones de dólares en activos. Su objetivo era alinear las actividades de préstamos e inversiones bancarias con trayectorias de emisiones netas cero para 2050.

El éxodo de Wall Street marca el principio del fin

La debacle comenzó con la reelección de Donald Trump en noviembre de 2024, cuya campaña se centró en el lema “drill baby drill” (perfora como loco) y promesas de desmantelar las políticas climáticas. Los gigantes de Wall Street iniciaron una huida masiva que se convirtió en el golpe mortal para la iniciativa.

Goldman Sachs fue el primero en abandonar la alianza en diciembre de 2024, seguido rápidamente por Wells Fargo, Citigroup, Bank of America y Morgan Stanley. JPMorgan Chase completó el éxodo estadounidense en enero de 2025, convirtiéndose en el último de los seis grandes bancos de Wall Street en retirarse.

Los bancos canadienses siguieron el ejemplo de sus vecinos del sur, con Royal Bank of Canada, Bank of Montreal y Toronto-Dominion Bank abandonando la alianza antes de febrero de 2025. Este éxodo norteamericano completo dejó a la NZBA sin sus miembros más influyentes.

La presión política republicana como detonante

Detrás de estas salidas se encuentra una campaña orquestada por políticos republicanos que acusaron a la alianza de violar las leyes antimonopolio y de formar un “cártel climático”. Estados como Texas lideraron demandas contra grandes gestores de activos como BlackRock, Vanguard y State Street por supuestamente utilizar sus participaciones para perjudicar a las empresas de combustibles fósiles.

El presidente del Comité Judicial del Congreso, el republicano Jim Jordan, llegó a afirmar que existían pruebas de un “cártel climático” formado por activistas de izquierda e importantes instituciones financieras. Esta presión política convirtió la pertenencia a la NZBA de una ventaja reputacional en una potencial responsabilidad legal.

Europa sigue el camino marcado por Estados Unidos

La crisis se extendió al otro lado del Atlántico cuando los principales bancos europeos comenzaron a seguir el ejemplo estadounidense. HSBC fue el primer banco británico en retirarse en julio de 2025, seguido por Barclays en agosto, que justificó su salida argumentando que “con la partida de la mayoría de los bancos globales, la organización ya no tiene la membresía para apoyar nuestra transición”.

El banco suizo UBS también anunció su retirada antes de la votación final, completando el desmantelamiento de la participación de las principales potencias financieras occidentales en la iniciativa.

Las consecuencias del fracaso

El colapso de la NZBA representa mucho más que el fin de una organización: simboliza el retroceso del sector financiero en sus compromisos climáticos. Jeanne Martin, de la organización ShareAction, expresó su decepción: “Es amargamente decepcionante ver a los bancos más grandes del mundo votar para alejarse de la responsabilidad sobre sus compromisos”.

A pesar del cierre, la NZBA mantuvo que sus “Directrices para el Establecimiento de Objetivos Climáticos para Bancos” seguirán disponibles públicamente. Sin embargo, expertos señalan que sin el marco institucional y la presión entre pares, es poco probable que los bancos mantengan el mismo nivel de ambición climática.

Un patrón más amplio de retroceso

El fracaso de la NZBA forma parte de una tendencia más amplia de abandono de compromisos ESG (ambientales, sociales y de gobernanza). BlackRock, la mayor gestora de activos del mundo, abandonó la Net Zero Asset Managers Initiative (NZAMI) en enero de 2025, citando “confusión respecto a las prácticas de BlackRock” y el sometimiento a “investigaciones legales de varios funcionarios públicos”.

La Net-Zero Insurance Alliance se disolvió en 2024, mientras que NZAMI suspendió sus actividades principales tras la salida de BlackRock. Incluso la Reserva Federal estadounidense abandonó la Red para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS) en enero de 2025.

El triunfo de la presión política sobre los compromisos climáticos

El cierre de la NZBA demuestra cómo la presión política puede desmantelar años de construcción institucional en materia climática. Los bancos que inicialmente vieron en estas alianzas una oportunidad para demostrar liderazgo en sostenibilidad, terminaron percibiendo la membresía como un riesgo legal y reputacional en el nuevo contexto político estadounidense.

La ironía es evidente: mientras los efectos del cambio climático se intensifican globalmente, las instituciones financieras más poderosas del mundo se alejan de los compromisos que podrían contribuir a la transición energética necesaria. El “efecto Trump” ha demostrado ser más poderoso que las consideraciones climáticas de largo plazo en las decisiones corporativas de Wall Street.

El legado de la NZBA queda reducido a un marco de directrices técnicas, desprovisto del poder político y la influencia que solo una coalición de las principales instituciones financieras mundiales podría ejercer en la lucha contra el cambio climático.

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