Lagarde apoya el llamamiento de Merz a favor de una bolsa europea única

Christine Lagarde del BCE apoya crear una bolsa europea única para competir con Wall Street. La propuesta de Merz busca frenar la fuga de empresas europeas a Nueva York.

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha respaldado públicamente la propuesta del canciller alemán Friedrich Merz para crear una bolsa de valores europea unificada, sumando su voz institucional a un debate que gana momentum en el Viejos Continente. Esta iniciativa busca transformar la arquitectura financiera europea para impulsar las cotizaciones en el continente y estimular el crecimiento económico en un momento crítico para la competitividad de la Unión Europea.

Un llamamiento institucional respaldado desde Frankfurt

Durante una conferencia celebrada el pasado miércoles, Lagarde expresó con contundencia su apoyo a la visión del canciller alemán: “Si realmente queremos avanzar, debemos completar la unión bancaria y aplicar la misma lógica —y más rápido— a los mercados de capitales: un solo conjunto de normas, un solo supervisor y una consolidación de las bolsas”. La presidenta del BCE añadió que celebra enormemente las declaraciones de Merz en apoyo de esta dirección estratégica.

El respaldo de Lagarde no es casual. La fragmentación actual del sistema bursátil europeo representa un obstáculo estructural para el desarrollo económico del bloque. En 2023, la Unión Europea albergaba 295 centros de negociación, 14 contrapartes centrales y 32 depositarios centrales de valores, una dispersión que, según la presidenta del BCE, drena liquidez, reduce el atractivo del mercado europeo para las cotizaciones y empuja a las empresas a buscar capital en el extranjero.

La propuesta alemana: una bolsa para competir con Wall Street

Friedrich Merz planteó su visión durante un discurso ante el Bundestag el 16 de octubre, donde argumentó que “necesitamos una especie de bolsa de valores europea para que empresas exitosas como las biotecnológicas alemanas no tengan que acudir a la Bolsa de Nueva York”. El canciller alemán enfatizó que las compañías europeas requieren un mercado de capitales suficientemente amplio y profundo para financiarse mejor y, sobre todo, con mayor rapidez.

La propuesta llega en un contexto de cambio estratégico por parte de Alemania. Berlín ha acordado recientemente intensificar la colaboración con Francia para impulsar la Unión de Mercados de Capitales, incluyendo la cesión de competencias a un supervisor europeo único, abandonando así la tradicional reticencia alemana a transferir autoridad regulatoria desde la BaFin de Bonn hacia la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) con sede en París.

El problema de la fuga de talento empresarial

El llamamiento de Merz responde a una realidad preocupante: las empresas innovadoras europeas continúan marchándose a Estados Unidos para cotizar y obtener financiación. Casos emblemáticos como BioNTech, Linde y Birkenstock han optado por la Bolsa de Nueva York en lugar de las opciones domésticas europeas. Esta tendencia refleja la ventaja competitiva del mercado estadounidense, donde las empresas disfrutan de mayor liquidez, valoraciones superiores y acceso más eficiente al capital.

La fragmentación europea tiene consecuencias tangibles. Mientras que la capitalización bursátil de las empresas cotizadas en Europa representa apenas el 50% del PIB, en Estados Unidos alcanza aproximadamente el 170%. Además, la Unión Europea alberga únicamente el 10% de las ofertas públicas iniciales (OPV) globales, lo que evidencia la dificultad del mercado europeo para atraer nuevas cotizaciones.

Euronext: listo para liderar la consolidación

El operador paneuropeo Euronext, que actualmente agrupa las bolsas de Ámsterdam, Bruselas, Dublín, Lisboa, Milán, Oslo y París, ha acogido con entusiasmo la propuesta. Su director ejecutivo, Stéphane Boujnah, declaró que “Euronext está preparada para contribuir al siguiente nivel de consolidación de los mercados en Europa para crear un fondo de liquidez más profundo que permita financiar el crecimiento de las empresas europeas”.

Boujnah subrayó que Europa puede “triunfar unida en lugar de fracasar por separado” y destacó la necesidad de abordar otro obstáculo clave: la divergencia en regulación y supervisión. El ejecutivo pidió un movimiento decisivo hacia una supervisión única dentro de la ESMA, argumentando que la armonización regulatoria permitiría canalizar el ahorro europeo, estimado en billones de euros, hacia el crecimiento industrial, la innovación y la defensa dentro del bloque.

Deutsche Börse, por su parte, también expresó su apoyo a la propuesta de Merz y responsabilizó a la fragmentación del mercado por el retraso en las salidas a bolsa en Europa. Una portavoz señaló que “con más de 500 centros de negociación, la UE no solo ha creado el mercado más fragmentado, sino también el más opaco, ya que solo alrededor del 30% de las operaciones bursátiles se realizan en bolsas transparentes”.

El marco estratégico: Draghi y la competitividad europea

Esta iniciativa se enmarca dentro de las recomendaciones del informe sobre competitividad europea elaborado por Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo. El informe, presentado en septiembre de 2024, identificó la Unión de Mercados de Capitales y la creación de un organismo de control único similar a la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos como prioridades fundamentales para que Europa recupere su ventaja competitiva frente a rivales como China y Estados Unidos.

Draghi destacó tres áreas principales de acción: cerrar la brecha de innovación con Estados Unidos y China en tecnologías de vanguardia, desarrollar un plan conjunto para la descarbonización y la competitividad, y aumentar la seguridad reduciendo las dependencias externas. El informe estima que Europa necesita una inversión adicional de 800.000 millones de euros anuales para recuperar su fortaleza económica.

Desafíos pendientes en el camino

A pesar del creciente consenso político, la creación de una bolsa europea única enfrenta obstáculos significativos. Varios Estados miembros, entre ellos Luxemburgo y Chipre, se oponen a la supervisión centralizada por temor a la erosión de la soberanía regulatoria nacional. Además, persisten diferencias en las tradiciones financieras, idiomas y tolerancias al riesgo de cada país que dificultan la integración.

Algunos expertos también cuestionan si una bolsa única resolverá por sí sola los problemas estructurales. Jérémie Peloso, estratega jefe europeo de BCA Research, señala que no cree que resuelva la falta de liquidez y profundidad de los mercados europeos ni la ausencia de OPV en comparación con Asia y Estados Unidos. El desafío fundamental radica en que el principal factor que explica el déficit de liquidez en Europa es la baja inversión en los mercados de capitales, especialmente por parte de inversores minoristas.

Los hogares europeos poseen solo alrededor del 17% de su patrimonio en valores financieros, comparado con aproximadamente el 43% en Estados Unidos. Esta diferencia estructural sugiere que aumentar la demanda hasta niveles estadounidenses tendría un impacto tres veces mayor en la liquidez que la fusión de todos los fondos existentes.

Hacia una nueva arquitectura financiera europea

El impulso combinado de líderes políticos como Merz, instituciones como el BCE bajo Lagarde y operadores de mercado como Euronext marca un punto de inflexión en la integración financiera europea. La consolidación de las bolsas europeas no solo facilitaría el acceso al capital para las empresas del continente, sino que también reduciría la fragmentación, aumentaría la liquidez y atraería más inversores internacionales, contribuyendo así a la expansión económica general.

Sin embargo, el éxito de esta ambiciosa transformación dependerá de la voluntad política para superar las resistencias nacionales, armonizar regulaciones dispares y crear incentivos efectivos para que los ciudadanos europeos canalicen sus ahorros hacia los mercados de capitales. La unión bancaria debe completarse y aplicarse la misma lógica a los mercados de capitales, con un marco regulatorio único y una supervisión consolidada que permita a Europa competir en igualdad de condiciones con las grandes potencias financieras globales.

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